Publicamos a continuación el mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el Encuentro de los obispos de Colombia y Costa Rica y Panamá, que tendrá lugar en Panamá del 19 al 22 de marzo de 2024, sobre el tema "Pascua con nuestros hermanos migrantes":

Mensaje del Santo Padre

Saludo cordialmente a los participantes en la Reunión “Pascua con nuestros hermanos migrantes. Encuentro de Obispos de frontera de Colombia y Costa Rica y Obispos de Panamá”.

 Me alegra que su reunión se sume a iniciativas como las reuniones como el IX Encuentro de Obispos de frontera de Canadá, Estados Unidos, México, Centroamérica y el Caribe celebrado en El Salvador y el II Encuentro de Obispos de frontera Colombia - Venezuela en Cúcuta, o el Encuentro de Obispos de frontera entre Colombia y Ecuador en Pasto.

Nos dice el evangelista Mateo que «el primer día de los Ácimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”» (26,17). Hoy, la Iglesia que peregrina en Colombia, Costa Rica y Panamá, asociándose al Señor quiere responder: “En el Darién, con los hermanos y las hermanas migrantes”. Es ahí que ellos nos esperan, en la orilla terrestre de un mar de lágrimas y muerte que une hombres y mujeres, adultos y niños de las más diferentes latitudes.

La migración en esa región incluye venezolanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, que a lo largo del camino se vinculan con grupos de nicaragüenses y otros caminantes centroamericanos, así como de otros continentes. Con su faceta multicultural, esta caravana humana pasa por el Tapón del Darién, una selva que es triunfo de la naturaleza pero que hoy se convierte en un verdadero viacrucis que no sólo pone en evidencia los límites de la gobernanza migratoria en el hemisferio occidental, sino alimenta un próspero negocio que permite acumular ganancias ilícitas del tráfico humano.

Ni los peligros que suponen el tránsito y los chantajes ilegales, ni las crecientes devoluciones o estancamientos en países donde estos hermanos y hermanas no son deseados disminuyen la atracción (real o ilusoria) de satisfacer las necesidades de empleo y mejores condiciones de vida o, incluso, de una esperada reunificación familiar.

La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, como lo atestiguan las cinco conferencias generales de su Consejo Episcopal, siempre ha expresado su preocupación por el tema de la migración, buscando ser una Iglesia sin fronteras, Madre de todos. Es por eso que, como cristianos, cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. En nuestros pueblos encontramos al mismo tiempo la fraternidad hospitalaria que acoge con sensibilidad humana, pero desgraciadamente también, la indiferencia, que ensangrienta el Darién.   

Los animo a trabajar incansablemente para que sea posible erradicar esa indiferencia, de tal manera que cuando un hermano o una hermana migrante llegue, encuentre en la Iglesia un lugar donde no se sienta juzgado, sino acogido; donde pueda calmar el hambre y la sed, y revivir la esperanza. Por eso, la pastoral para la atención a la movilidad humana nos impulsa, cómo dice Isaías, a ensanchar el espacio de la tienda (cf. 54,2) y así, reconociéndonos también forasteros, con nuestras propias vulnerabilidades y carencias, podamos generar las condiciones necesarias para acoger al prójimo como un hermano o una hermana, y hacerlo así partícipe de nuestra cotidianidad.

Reconozco con gratitud que la Iglesia en América, desde el sur hasta el norte, incluyendo el Caribe, posee un amplio y diverso sistema de ministerio pastoral, caritativo y de movilidad humana a nivel nacional y local, que se manifiesta a través de una amplia y sólida respuesta en la atención directa a los migrantes, y que se plasma en casas de acogida, centros de retornados, asistencia humanitaria de emergencia, atención médica, atención psicosocial, asesoramiento legal, apoyo espiritual, fortalecimiento de los colectivos de migrantes, medios de vida y procesos de incidencia política. Por favor, no desatiendan esos establecimientos, que son oportunidad de acogida y caridad para con los hermanos más necesitados.

Un acercamiento regional a la migración representa, además, una oportunidad pastoral. En mi mensaje para la Jornada Mundial de Migrantes y Refugiados 2023, recordé que el derecho a no migrar se nos presenta como solución, aunque sea a largo plazo, a la migración forzada, por medio de la integración regional de los países expulsores, de tránsito, destino y retorno de migrantes. Los exhorto, pues a sumar esfuerzos con todas las instancias de la comunidad internacional, para que todos tengan ese derecho a permanecer en su tierra con una vida digna y pacífica.

El camino de la migración necesita pastores y agentes de pastoral que se atrevan a superar los límites de lo establecido, que no teman reconocer ninguna senda porque han perdido el miedo que paraliza, capaces de regresar a lo esencial, desinstalándose de la indiferencia, porque son conscientes de que, sólo caminando al ritmo de Dios con su pueblo santo, se podrán cruzar las barreras de lo convencional, llevando a la Iglesia, junto con los hermanos y hermanas migrantes, por vías de esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, formamos una sola Iglesia dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar fuera a nadie, reconociendo el derecho que cada uno tiene de ofrecer su contribución, a través del trabajo y el compromiso personal, al bien de todos y a la protección de nuestra casa común.

Los animo a vivir estos días con alegría y esperanza, y que la pascua que se acerca sea el motivo que les recuerde que todos sus esfuerzos valen la pena. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide, y por favor, no se olviden de rezar por mí.

Fraternalmente,

Roma, San Juan de Letrán, 19 de marzo de 2024

FRANCISCO

Comunicado de la Red Clamor sobre el aumento de migrantes en tránsito por el Tapón del Darién en Colombia

 

La Red Clamor Capítulo Colombia expresa su profunda preocupación por el significativo aumento de migrantes que llegan al país con sueños interrumpidos por falta de oportunidades, aumento de la pobreza, del hambre, violencias, persecuciones e inseguridad y de la imposibilidad de acceso y disfrute de derechos, pero con la esperanza de poderlos cumplir en Estados Unidos o en algún otro país de Centro y Norte América. Esta situación, que tan solo en 2023 terminó con la dolorosa cifra de 509.956 migrantes que cruzaron la frontera entre Colombia y Panamá por la selva del Darién, y que sigue en aumento durante 2024, nos llama a reflexionar y tomar acciones contundentes que permitan que cada persona que ha tomado la decisión de migrar por las situaciones derivadas de crisis económicas, políticas, sociales e incluso climáticas que se presentan en el mundo, en especial en la región latinoamericana, lo realicen en condiciones favorables y que brinden protección hacía la vida, la integridad y la dignidad.

Debemos reconocer que el fenómeno de la migración es imparable que representa un desafío humanitario que requiere una respuesta integral y solidaria por parte de ambos Estados, agencias de cooperación y de las organizaciones sociales presentes en los territorios de frontera, sin olvidar los territorios que se han convertido en la ruta de los migrantes en el territorio nacional desde la frontera con Ecuador.

Reconocemos el valor y la dignidad de cada migrante, así como el sufrimiento y la desesperación de cada persona que toma la decisión de partir de su país para iniciar este doloroso camino en busca de mayores y mejores oportunidades que les permita salir de las carencias económicas, acceder a derechos, así como tener una vida libre de persecuciones, violencia y estigmatización .

Hacemos un llamado a redoblar los esfuerzos para responder a las necesidades en los municipios de frontera, así como fortalecer la Política Integral de Migración y las Políticas Públicas que garanticen la protección de los derechos de los y las migrantes y se reduzca el abuso que están teniendo por distintos actores en el territorio colombiano.

Las condiciones de pobreza y vulnerabilidad en que las personas están atravesando el tapón del Darién lo vuelve en la práctica insegura con riesgos que atentan contra la vida y la dignidad, por lo que instamos a la Cooperación Internacional y al Estado Colombiano a nuevamente validar la migración como una emergencia humanitaria. y a enfocar sus esfuerzos en dos sentidos:

  1. Comprender todas las rutas de la migración y responder en todo el trayecto y no solo justo al iniciar la travesía, lo que incluye a la ruta que inicia en Ipiales y buscan el paso por el Caribe en las reconocidas rutas por Necoclí hasta Acandí y Capurganá, pero también la que inicia en Tumaco pasando por Buenaventura, Bahía Solano, luego a Juradó y, finalmente, desemboca en Jaque o Puerto Kimba, provincia del Darién, ya en estado panameño. Por último, no hay que olvidar la ruta que inicia en San Andrés con salida a Nicaragua. Tres rutas que son peligrosas, costosas e irregulares.
  2. Responder a las necesidades de protección de la población migrante pero también a las necesidades de la comunidad de acogida, pues la nueva dinámica económica ha transformado vida de las comunidades receptoras, destruyendo sus prácticas culturales, aumentando la deserción escolar, generando desgaste ambiental y un incremento del costo de la vida causado por la burbuja económica.

Tomando las palabras del Papa Francisco, este es un viaje que hay que hacer juntos, sinodalmente, superando todo obstáculo y amenaza. Es por ello que hay que comprender que la migración es un fenómeno imparable y que es esencial reconocer la problemática para poder ofrecer soluciones integrales para responder a este desafío y los desafíos venideros.

Virgen María, Madre de todos los migrantes, acompaña cada paso con tu protección. Que la presencia de Dios que camina con su pueblo, asegurándole guía y protección a cada paso, al Emmanuel que, en cada migrante, llama a la puerta de nuestro corazón y se ofrece para el encuentro.

 

 

 

Palmira, Valle del Cauca, 12 de marzo de 2024

 

 

 

Padre Arturo Arrieta 

Coordinador de la Red Clamor Capítulo Colombia

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