Diócesis de Palmira, febrero 04 de 2025



"No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien" (Romanos 12, 21).

A toda la comunidad diocesana, a las autoridades civiles y militares, a los actores armados y a quienes trabajan por la paz:

Con el compromiso profético que nos pide la Doctrina Social de la Iglesia, recibo la Alerta Temprana N° 002-25 de la Defensoría del Pueblo, que advierte sobre la grave crisis humanitaria en los municipios de Florida y Pradera, donde el recrudecimiento del conflicto armado está afectando gravemente la vida, la dignidad y la seguridad de nuestras comunidades. La consolidación y disputa territorial entre grupos armados ilegales ha generado un alarmante aumento de homicidios selectivos, desplazamientos forzados, confinamientos y amenazas contra líderes sociales, indígenas, campesinos, firmantes de paz y población en general.

Hacemos un llamado urgente a los actores armados para que respeten la vida y la dignidad de todas las personas y construyan acuerdos éticos. Ninguna causa justifica el uso de la violencia ni la imposición del miedo en nuestras comunidades. El Señor nos ha enseñado que toda vida es sagrada y que la paz no se construye con armas, sino con fraternidad, justicia y reconciliación.

A las autoridades del Estado, les instamos a tomar medidas inmediatas y eficaces para proteger a la población y garantizar sus derechos, actuando en unidad entre los niveles local, departamental y nacional. Esta realidad exige de ustedes la mayor entrega como servidores públicos, apartando rivalidades ideológicas. La seguridad demanda un compromiso integral y preventivo, que atienda las causas del conflicto, promueva el desarrollo y garantice la presencia efectiva del Estado en los territorios más vulnerables. No podemos permitir que la indiferencia nos haga cómplices de la injusticia.

A nuestras comunidades, les pedimos que no caigan en la desesperanza ni en la división. La violencia busca fracturarnos, pero nuestra fe nos llama a la unidad, al trabajo conjunto por la justicia y a la defensa de la vida. En este Año Jubilar de la Esperanza, convocado por el Papa Francisco, acogemos su invitación a vivir con un corazón reconciliado, a abrir caminos de fraternidad y a renovar nuestro compromiso con el Evangelio. Este tiempo jubilar es una oportunidad para sanar heridas, fortalecer lazos de solidaridad y proclamar que la paz es posible.

Nos unimos en oración por todas las víctimas de esta crisis, por sus familias y por quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el rumbo de esta historia. Que Nuestra Señora del Palmar, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos conceda la gracia de ser artesanos de reconciliación y paz.

 

En Cristo, nuestro Señor,

+ Rodrigo Gallego Trujillo

Obispo de Palmira








El Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana informa sobre la suspensión temporal de fondos internacionales destinados a algunos programas de ayuda humanitaria, tras una revisión general del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

En el comunicado oficial, reiteramos nuestro compromiso de acompañar a las comunidades con los recursos disponibles, mantener una comunicación transparente y brindarles información oportuna sobre cualquier novedad.


Comunicado Completo aquí:




 

 










Los cementerios nos llevan a una especie de final del camino, un lugar donde todo lo material y vano queda atrás. Es allí, entre los rituales de despedida, donde nos enfrentamos a lo esencial: la memoria de quienes amamos y el misterio de la vida misma. Sin embargo, detrás del cementerio central de Palmira, oculto tras las sombras de la rutina y el olvido, yace un espacio más desolador, uno donde reposan hombres y mujeres señalados como "no identificados" o "no reclamados". En su silencio, desde los años 80, narran una parte oscura de nuestra historia, una historia marcada por el conflicto armado.



Se estima que más de 80 cuerpos esperan allí por su dignificación. Personas que, sembradas en la tierra, aguardan no solo por la tecnología que permita identificar sus nombres, sino también por algo más profundo: el acto de ser recordados, llorados, y finalmente reconciliados con su historia y la de sus familias. Este esfuerzo, liderado por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y Medicina Legal, ha empezado a dar frutos. Dos familias ya han recibido los restos de sus seres queridos, cerrando un ciclo de incertidumbre que, en muchos casos, había durado décadas.



Pero no se trata solo de la ciencia ni de la justicia. En este espacio limítrofe entre la vida y la muerte, en el cementerio de Palmira, han llegado también aquellos que alguna vez se enfrentaron como enemigos: firmantes de paz y miembros de la Fuerza Pública. Ellos, que en el pasado empuñaron armas y vistieron uniformes opuestos, hoy comparten herramientas de construcción. 




Juntos levantan paredes, excavan memorias y extienden sus manos, esta vez para construir y no destruir. Como profetizaba Isaías: “Forjarán de sus espadas arados y de sus lanzas podaderas” (Isaías 2,4). En este acto simbólico, manifiestan su compromiso de nunca más volver a la guerra.



Estos encuentros, llenos de tensión al principio, se han transformado en momentos de reconciliación. Uno de ellos, particularmente significativo, se dio en presencia de Monseñor Rodrigo Gallego, Obispo de Palmira. En sus palabras resonó la memoria del Cristo de Bojayá, mutilado por la violencia, pero restaurado en la esperanza. Monseñor invitó a todos los presentes a ser las manos y los pies de ese Cristo, a trabajar juntos para sanar las heridas de una Colombia desgarrada. Su mensaje no solo reconoció el trabajo realizado, sino que lo elevó como un signo de lo que podemos ser como sociedad.

En este esfuerzo también convergen las familias buscadoras, en su mayoría madres, abuelas y hermanas, quienes han cargado por años la angustia de no saber qué pasó con sus hijos, hermanos y esposos. Estas mujeres, verdaderas guardianas de la memoria, inspiran a los demás con su tenacidad. Su clamor por la verdad y la justicia se refleja en el mural que se está levantando en el muro exterior del cementerio. Un guayacán amarillo florece como símbolo de vida y esperanza, con un mensaje poderoso: “Solo muere quien se olvida”. Estas palabras son un eco de su juramento: seguir buscando hasta encontrarlos.




La participación de la Fundación Reencuentros, la Fundación Comité para la Reconciliación y las instituciones —la ONU, el PNUD, la Secretaría de Paz de la Gobernación, los Consejos de Paz, Corporación para el Desarrollo Regional— y de la Iglesia Católica ha sido fundamental para crear un espacio donde estos encuentros sean posibles. Pero también lo ha sido el compromiso de los propios protagonistas: aquellos que un día eligieron las armas y hoy eligen las palabras, el trabajo conjunto y la reconciliación. Este proyecto en Palmira es un recordatorio de que la paz no es un destino, sino un camino, uno que requerirá mucho más que los 60 años que hemos dedicado a la guerra.




El trabajo en el cementerio de Palmira no es solo una intervención física. Es una semilla sembrada en el corazón de una comunidad que anhela dejar atrás el dolor. Es una declaración de intenciones: dignificar la vida y la muerte, sanar las heridas de la guerra, y restaurar los lazos de una familia colombiana fracturada. 




Como dijo Monseñor Rodrigo Gallego, “seamos los pies que caminan hacia el reencuentro y las manos que construyen la gran familia que somos”. Que este trabajo inspire a otros rincones de nuestro país a sumarse a este llamado: ser jardineros de memoria, reconciliación y paz.


"Este Ejercicio se acompaña a través del proyecto Iglesia y comunidades comprometidas con la Reconciliación y la Paz del Secretariado de Pastoral Social Caritas Nacional"








Comunicado de la Diócesis de Palmira en solidaridad ante 

el secuestro del señor Israel García Restrepo



Con profunda preocupación y como pastor de esta Iglesia particular, me dirijo a quienes

tienen en su poder al señor Israel García Restrepo, secuestrado en la mañana del pasado 20

de diciembre de 2024 en la vereda La Playita corregimiento de Santa Elena municipio de El

Cerrito, Valle del Cauca.

Israel, de 74 años, es un hombre de Iglesia, un hombre de fe y servicio, conocido por su

dedicación a su comunidad. Pese a su condición de salud como hipertenso, continúa siendo

un pilar para su familia y quienes lo rodean, hoy claman por su retorno sano y salvo.

Apelamos al valor supremo de la vida y les pedimos respetar la de Israel, devolviéndole la

libertad. Como Iglesia, reiteramos nuestra disposición para coadyuvar desde nuestro lugar

humanitario, buscando caminos que propicien su retorno seguro.

Les recuerdo las palabras del salmista: “Dios es el que da la vida y el que la preserva” (Salmo

36,9). La vida de cada ser humano es un tesoro incalculable, digno de respeto y cuidado.

A sus captores, les hablo desde la humanidad que compartimos y los invito a la reflexión, a

tomar la senda de la rectificación y la reconciliación. Que este nuevo año 2025 sea una

oportunidad para construir juntos un mejor país, donde prevalezcan la justicia, la paz y el

respeto por la dignidad humana.

Asimismo, elevo una oración y un llamado por todas las personas que hoy se encuentran en

situación de secuestro. Sus vidas también son valiosas, y su libertad es esperada con ansias

por sus familias y comunidades. Que esta reflexión se extienda a todos quienes sostienen el

poder sobre la vida de otros, para que actúen con humanidad y misericordia, optando por el

respeto y la reconciliación.

Roguemos para que la decisión correcta sea tomada y para que Israel García Restrepo

regrese pronto a los brazos de su familia y comunidad.



+ Rodrigo Gallego Trujillo, Obispo

Diócesis de Palmira


Este septiembre, te invitamos a ser parte del Mes por la Paz, en su trigésima séptima versión, un tiempo especial para reflexionar, dialogar y construir juntos un camino hacia la reconciliación y la unidad en nuestra querida Colombia.
Este mes es una oportunidad para que, desde nuestras comunidades, trabajemos unidos en superar las injusticias, vencer la indiferencia y reafirmar que la solución está en el diálogo, no en la confrontación. La Iglesia en Colombia sigue comprometida con esta misión, inspirada en la fe en Jesucristo y el Evangelio, priorizando siempre el diálogo como herramienta para la construcción de una sociedad más justa y fraterna.
¡Te invitamos a participar activamente en las actividades que hemos organizado a lo largo del mes! Descarga la programación completa en el PDF adjunto y encuentra el evento que resuene contigo. Juntos, como sembradores y artesanos de paz, podemos hacer la diferencia.
¡Uniendo voces construimos país!

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